27/2/10

H I L O





El hilo que nos entreteje a todos es la cultura compartida. Una mezcla, seguramente, de emociones, percepciones, nociones y raíces telúricas. Recuerdos, sueños, elucubraciones que ya no sabemos ni de dónde proceden. Pero no importa. Nos sirven para salir del laberinto. O para correr por calles de la vida convencidos de que no estamos perdidos del todo. Al salir, -se nos olvidará izar la bandera blanca- regresaremos a Ítaca. ¿Teseo o Ulises? Tampoco importa demasiado. A todos nos espera una Ítaca junto al mar y, en ella o bien la confiada Penélope o el desesperado y anciano rey Egeo. Esperemos llegar antes de que el monarca se eche a las aguas o Penélope se aburra de tejer. Ese mar es tan ancho y tiene tantas islas...

Ariadna siempre se enamoraba de la belleza. Era su debilidad. Gracias a esa debilidad, Teseo consiguió salir del laberinto rebobinando el hilo de la princesa. Pero después, cuando Teseo se llevó consigo de regreso a las hijas del rey Minos, Ariadna y Fedra, hubo de parar en la isla de Naxos y allí perdió a Ariadna que, desorientada y soñolienta, volvió a toparse con la belleza, ahora del dios Dionisos. Casó con él y le acompañó al Olimpo después de un espléndido viaje de novios por la Tierra.

Como Ariadna perseguimos la belleza pero también el amor y el ingenio. Como ella estamos dispuestos a prestar nuestro hilo a todo amigo que busque respuestas en el laberinto. O preguntas. Tal vez librarse de las garras del Minotauro. Tal vez lanzarlo a aire y convertirlo en constelación de estrellas.

¿Quién logró mayor libertad el Minotauro o Teseo?






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